1.24.2008

Neanderthales y cuales


Como no soy creacionista, me ha dado por dibujar un par de garrulos de esos que se paseaban por el Paleolítico Medio y sobre los que se han divulgado burdas leyendas tales como que conquistaban a las féminas a garrotazo limpio. Si damos crédito a cosa semejante, estos dos maromos van de ligue, a juzgar por el garrote del amiguete que camina detrás con expresión decidida. No distan mucho de lo que se ve hoy en día en materia de rituales de apareamiento.

Este es uno de los dibujos que hago en el curro cuando me atasco, garabateando rápidamente con el Pentel a modo de válvula de escape. Está hecho directamente con la mencionada herramienta y como mucho el dibujo base habrá sido cosa de cinco minutos. Color digital y verborrea añadidos en la tranquilidad de mi casa, eso si, tampoco se vaya a pensar el personal que me escaqueo del trabajo.

Gronf!

1.18.2008

Postal navideña interrupta

Como todos los años, me planteo hacer una postal navideña y, como todos los años, se me acaban pasando las fechas. Este hubiera sido el dibujo que hubiese ilustrado la susodicha. Me gusta la pinta que tiene el gacho de estar marcándose un solo de blues con trompeta celestial.

Huid de los Lunis!!! son peligrosos!!!

1.11.2008

Cellán


Empiezo el año bloguero tarde y con un tema triste. El día de Navidad murió mi perro. tenía 17 años, que al cambio en edad humana me salen unos 119 años. Se murió solo, en una guardería canina, puesto que nosotros estábamos de viaje. Quizá fue porque lo único que aún le mantenía respirando era estar con nosotros en casa y viéndose sólo, le faltaron las ganas. O quizá aprovechó a estar allí para ahorrarnos el trago de encontrárnoslo, como dormido, al llegar a casa, para después descubrir que, en realidad, su vida se había apagado definitivamente.

Quiero pensar que fue feliz, que nuestra compañía le hizo tan feliz como la suya a nosotros. Nos vió crecer a mi hermano y a mi, vió como a mi padre se le ponía toda la barba blanca y cómo los años sumaban arrugas al rostro de mi madre. Y siempre, a pesar de nuestros defectos y poca paciencia, se alegraba casi hasta el paroxismo cuando llegábamos a casa.

Adiós, incondicional amigo.